miércoles, 11 de diciembre de 2013

George Mélies y la cadena de los sueños

La exposición “George Meliés, la magia del cine” del Caixa Forum me hace reflexionar, destapar viejos recuerdos de la infancia y valorar la labor de los genios vanguardistas del cine.

La primera vez que oí hablar sobre George Mélies tendría la edad de 7 años y no levantaba un palmo del suelo. Uno de mis profesores de primaria, declarado cinéfilo, nos ponía cada viernes un trozo de película que él había escogido para la ocasión y El viaje imposible (1904) del maestro francés fue su elección uno de estos días. Lo recuerdo por la efusividad y admiración con la que hablaba a su joven audiencia sobre lo clave  y genial que había resultado Mélies en la historia del cine.

Si en pleno siglo XXI una de sus películas podía disparar la imaginación de un niño de 7 años, ¿se imaginan lo que suponía para un espectador cualquiera ver una obra de Mélies en la primera década del siglo XX? Imagínense viajando en el tiempo 100 años adelante y observar que la tecnología actual ha evolucionado tanto que lo que hoy imaginamos imposible sea perfectamente cotidiano y común.

Mélies, cuyo trabajo dejo infinitos herederos y admiradores que desarrollaron el cine hasta el punto en el que lo conocemos, inauguró asimismo el género de cine de aventuras y ciencia ficción. Ese cine que crea a un niño soñador, que sueña con llegar a la luna, descubrir el Nunca Jamás, convertirse en Rey de Narnia o ser el pirata más respetado del Caribe. El agradecimiento y admiración que merece el galo son irrefutables.

El gran Martin Scorsese le brindó el homenaje más bello posible al ilusionista francés en su película La Invención de Hugo. Su protagonista es uno de esos niños soñadores, que pudimos ser tú, lector, o yo, escritor, apasionados por la magia de un genio que llevaba nuestra imaginación hasta lugares insospechables.

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Mélies nos recuerda sobre todo una cosa. Da igual las trabas, las dificultades, los bloqueos o zancadillas que nos pongan en nuestras vidas, nuestra mente es maravillosa y siempre puede ir más allá y hacer a un niño cualquiera soñar por unos minutos. Y quizás el sueño de uno de esos niños se convierta en realidad en su madurez y consiga hacer soñar a otros niños en el futuro. Que sigan los sueños. Que siga la magia. Eso, jamás nos lo podrán quitar.

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