miércoles, 15 de enero de 2014

Gabinete de comunicación de la Fundación Elhuyar

La Fundación Elhuyar nació en 1972, con el objetivo de aunar la ciencia y el euskera. Dio sus primeros pasos como asociación cultural, y se convirtió en fundación en el año 2002. Con una trayectoria de 40 años a sus espaldas, Elhuyar  comenzó el 2013 con varios cambios: ha actualizado su misión, ha adecuado sus unidades de negocio y ha renovado su imagen corporativa.

La Fundación en general, y su gabinete de comunicación en particular tiene como misión trabajar para consolidar el euskera en el ámbito de la ciencia y de la tecnología, así como en la sociedad en general, y desarrollar nuevos campos, con el objetivo de crear una comunidad vascoparlante activa y crítica.

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Fuente: Oier Aranzabal

El gabinete de comunicación de Elhuyar está formado por 5 personas ramificadas en distintas labores: Amaia Mendizabal es la directora, lleva el sector de la comunicación corporativa y por tanto se encarga de posicionar y dar a conocer la marca Elhuyar.  Maier Tapia es la encargada de la comunicación interna con los socios de la fundación, así como de contacto externo con distintos actos organizados por la Fundación.

Lorea Arakistain trabaja en la labor fundacional, Raquel López en los servicios de pago que oferta la Fundación e Izaro Lambarri de la comunicación directa, esto es, atendiendo al teléfono y a la gente que llega a la sede de la Fundación en Usurbil . En este grupo de personas hay trabajadoras de perfil tan diverso como periodistas, estudiantes de Humanidades y Comunicación o de Administración y Dirección de Empresas.

El apoyo de agentes externos  o freelance-s al gabinete se limita a dos ámbitos: Por una parte hay una persona de confianza especializada en diseño a la que se subcontrata cuando son necesarias sus aptitudes. Por otra, toda la labor de imprenta necesaria para el gabinete también es llevada a cabo por terceros.

Fuente: www.elhuyar.org

En cuanto a la dependencia jerárquica del sector de comunicación en la Fundación, a nivel de personal el gabinete supone el 5% del total de trabajadores de Elhuyar. Aunque no es un porcentaje demasiado elevado, la directora de comunicación corporativa Amaia Mendizabal responde directamente ante la responsable de la Fundación. No en vano, su labor se ubica dentro de esos servicios transversales necesarios para coordinar el trabajo de toda la Fundación.


Las últimas notas de prensa y documentos producidos por el gabinete pueden encontrarse en la sección Sala de Prensa de la web http://www.elhuyar.org/. En la sección podemos encontrar hasta notas sobre nuevos productos de la Fundación hasta noticias sobre la celebración de concursos organizados por Elhuyar.

martes, 7 de enero de 2014

Ruta 66: Los tiempos de rock'n roll siguen sobreviviendo

¿Qué es?

Ruta 66 es una veteranísima revista musical de periodicidad mensual que se edita en Barcelona. Está especializada sobretodo en la música rock y los múltiples derivados y subgéneros de la misma, tales como el garage rock, el punk rock, el country o el rock'n roll clásico.

Ficha de la publicación:

Editor: Ediciones R-66 SCP (C/Pamplona 92-94 1ºB 08018 Barcelona)
Directores: Jorge Ortega & Alfred Crespo
Jefe de Edición: Ignacio Juliá
Consejero editorial: Jaime Gonzalo
Publicidad: Jorge Ortega (jorge@ruta66.es)
Colaboradores habituales: Kike Turrón & Kike Babas, Jordi Planas, Rubén García, Héctor Barnés, Iñigo Ilzarbe, Daniel Agudo, Luis Celeiro, etc.
Impresión: ÍNDICE
Distribución: SGEL S.A.

Un poco de historia: 

El número cero de la Ruta 66 fue publicado en octubre del 1985. La publicación nacía, en palabras del cofundador Jaime Gonzalo "reivindicando el legado clásico del rock". Gonzalo e Ignacio Juliá, veteranos críticos musicales de otras publicaciones como Vibraciones o Rockdelux, fundaron la revista precisamente a causa de una escisión que se produjo en esta última. El lema "Tiempos de Rock'n Roll" pasó a formar parte de todas las portadas de la revista a partir de entonces.

Número 1 de la Ruta 66 - Fotografía Ruta 66
"Estábamos decepcionados con la dirección que iba tomando Rock Espezial al transformarse en Rockdelux. Los socios, entonces propietarios de la cabecera, querían imprimir un cambio hacia una fórmula subordinada a la moda. A nosotros nos interesaba el rock, no la moda" declaraba el propio Gonzalo a la revista Rolling Stone en el 25 aniversario de la Ruta 66.

Tras una trayectoria marcada por la férrea defensa del rock puro alejado de lo comercial en el año 2007 la revista dio un giro clave, no exento de polémicas. Y es que, tras 23 años editándose en riguroso blanco y negro, la publicación pasaba a ser en color. Esta cuestión no sentó bien dentro de cierto colectivo de lectores de la revista, muy apegados al clasicismo de la edición tradicional.

Actualidad y crisis del papel:

Alfred Crespo atendía la llamada de esta web para explicar el que a su parecer es el principal secreto de la supervivencia de la revista a lo largo de los años: "El rutero de base es un seguidor muy fiel, tenemos suscriptores que reciben la Ruta 66 desde hace más de veinte años".  El director habla de ese rutero base como una persona que aún compra discos, va a conciertos y guarda mucho cariño por el rock, garage... clásico.

Alfred Crespo, a la derecha de la imagen - Fotografía efeeme.com


El por qué genera tanto apego la revista se puede entender en palabras del propio Crespo debido a la atemporalidad de los contenidos de la publicación. Esto es, Ruta 66 se aleja bastante de los cánones marcados por la moda musical del momento, como puede ser la explosión indie de los últimos años, y esto marca una "línea diferencial clara" con otras publicaciones como Rockdelux.

El 'tradicionalismo' de sus lectores se vio puesto en jaque con el citado paso del blanco y negro al color, cambio necesario "por las posibilidades de publicidad que da el color" y porque incluso "teníamos problemas de imprenta con el blanco y negro", según Crespo. "Hubo gente que se mosqueó, pero bueno, al fin y al cabo el rutero siempre ha vivido enfadado" comenta el director en tono de broma. "El rutero es como un forofo de fútbol, siempre cabreado con su equipo, pero que nunca deja de ser de él".


viernes, 3 de enero de 2014

Entrevista a Miguel García Salvadores: "El stoner es la autenticidad del underground"

Al introducir las palabras "stoner rock" en el buscador del sabelotodo Google, la primera respuesta que encontramos nos habla de "un subgénero del rock y del metal con gran influencia del rock psicodélico de fines de los sesenta y principios de los setenta". Este género musical, caracterizado por el uso de tonalidades graves en sus guitarras y los tempos lentos está encontrando un claro repunte en la escena musical española e internacional en los últimos años, y para saber más de ello en Acordes de Plata conseguimos entrevistar a Miguel García Salvadores, guitarrista y portavoz de la banda stoner madrileña Woolly Mammoth Rebellion. (Enlace a su página de Facebook).

Buenas tardes Miguel, la primera pregunta es obligada. ¿Cómo definirías el 'movimiento' stoner en el que os ubicáis?

Mi definición de lo que es el movimiento stoner, como género y estilo de música, a título personal, y apartándome o diferenciando un poco de lo que cualquiera pueda encontrar en un rincón de internet, sería la autenticidad del hardrock y el underground, un sonido denso , áspero, y sin pretensión de decir nada. Todo queda expuesto, en una música que transporta a quién la escucha, bien a su propia “nube”, bien a cualquier otro lugar. Tal vez esto suene a una abstracción pretenciosa, pero son las mismas raíces las que lo hacen evidente.

Hablas sobre las 'raíces' del movimiento. ¿Dónde y en qué momento de la historia tendríamos que indagar para encontrarlas?

El stoner, como género en sí mismo y como subgénero, al igual que cualquier tipo de música al que nos refiramos, no queda delimitado por unas fronteras rígidas, aunque muchas veces se tienda a simplificar, no viene de una cuna para ir a morir a ninguna parte. Me gusta aclarar esto en primera instancia, pero evidentemente, las raíces están ahí, y el stoner bebe ante todo del hard rock underground de los 70 por un lado, y del rock psicodélico por otro. 

Hablemos de nombres y 'padres' en concreto.

Por poner ejemplos e ilustrarlo un poco, yo lo entiendo un poco como dos carreteras que han ido paralelas teniendo puntos convergentes, es decir, por un lado tedríamos a los inevitables padres Black Sabbath, Pentagram y grupos más pequeños que venían de la NWOBHM (Nueva ola del heavy metal británico), y por el otro camino, los descendientes del movimiento más cercano al blues, la psicodelia y los alucinógenos como Blue Cheer.

Los 80 fueron un vergel, y si las fronteras músicales siempre han sido difusas, esta década incrementó la tendencia. Personalmente, no se (ni quiero saber) el momento exacto en el que llegó el glam, la diversificación de la escena punk, ni quién fue el culpable de que un tipo escuchara “nosequecosa”. Para resumir un poco, lo que sí está claro, es que ya con un pie en los 90´, la industria se acercaba al barranco y había llegado el momento del rock alternativo y la cuna para lo que sería el stoner, cuna de Yawning Man, Kyuss o Nebula.


Woolly Mammoth Rebellion  - Fotografía Luis Montero


Una vez hemos divagado sobre las raíces, explícanos sobre las principales virtudes de este estilo. ¿Dónde es fuerte el stoner rock?

¿Dónde es fuerte? El stoner es fuerte en ser fuerte. El sonido es el pilar básico, no hablaríamos de escena de metal alternativo, hardcore o doom hoy día sin el fetichismo que estilos como el stoner han creado en los músicos. Amplis potentes, guitarras graves, muros de sonido y fuzz mucho fuzz para crear lo que venimos repitiendo y lo que nos encandila a todos, que es un sonido denso y áspero. Se podría decir por otra parte que es como un punk ralentizado, que no pierde agresividad, pero que a la vez puede transmitir un sosiego increíble. 

Quizás el tipo de sosiego que pueda proporcionar una variante del stoner como el 'doom' no es a la que el público generalista está acostumbrado.

Exacto. Cuento esto sin pensar que puede sonar a chino para quién no haya oído doom en su vida, pero solo hay que asomarse un poco para comprenderlo y apreciarlo. Desde mi condición en la que vivo esta música tan de cerca no puedo sino alegrarme de que de repente haya tantas bandas a día de hoy, veintitantos años después de Kyuss y que el entorno musical actual esté permitiendo que crezcamos y nos movamos.

Y a todo esto, ¿Cómo encaja la música de WMR en este esquema?

A día de hoy creo que encajamos en la escena en cuanto al sonido, los temas y el concepto que tenemos y que queremos dar a entender de nosotros mismos, es decir, no se puede negar que tenemos un sonido que autodefinimos como “áspero y descuidado” y de una contundencia decidida y pretendidamente stoner. 


Fotografía Luis Montero


¿Hay sellos que apuestan por esta música?

Así es. Aquí en Madrid, como primer escalón a completar en nuestra trayectoria hemos ido creciendo y gracias al público y a la promoción que ofrecen sellos como Peyote Producciones, con quienes trabajamos ahora mismo, se está creando un circuito cada vez más amplio de bandas y que da soporte a una continuidad de las mismas y a una proyección fuera de nuestras ciudades.  

Para finalizar, háblanos de las ambiciones de Woolly Mamooth Rebellion. ¿A qué aspiráis en un futuro?
Evidentemente estamos en un entorno underground, y en términos de proyección aspiramos al máximo que se pueda dar en esos términos. Lo importante es no dejar de hacer cosas, no dejar de moverse y ponerlo todo en lo que es en definitiva lo que quieres hacer.En cuanto al sonido, que ya he recalcado como tan importante en la escena, el trabajo nunca acaba y este está constantemente en evolución. Sé como sonamos ahora, sé que adoramos los fuzzes y el sonido analógico puro, y no sé a qué sonaremos mañana.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Estadísticas culturales oficiales: Plataformas en streaming y sus consecuencias

Querido lector, antes de leer las siguientes líneas, quisiera aclararle que cuando las escribo lo hago en gran parte olvidando mi faceta de estudiante de periodismo y dando paso a mi faceta  de persona con (corta) experiencia como músico . Y es que del Cuadro Resumen del Anuario de Estadísticas Culturales del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte el indicador que más me impactó fue sin duda el del paulatino decrecimiento de la recaudación de derechos por propiedad intelectual, cerca de un 40% en los últimos 3 años.

Dado que el campo artístico que más cerca me queda es el musical, quisiera hablar de lo que a mi modo es un indicador más de la lenta muerte de la industria musical clásica: La aparición de plataformas musicales de difusión “mainstream” como Spotify. El que escribe es un usuario habitual de la citada plataforma, por la que pago un canon mensual simbólico que me otorga acceso total a una infinita biblioteca musical. Pero, ¿alguna vez nos hemos preguntado cómo afecta esto a los artistas musicales?
Los servicios de streaming pagan fracciones de centavo a las compañías discográficas cada vez que suena una canción; una parte va a los intérpretes y a los compositores como derechos de autor. A diferencia de los derechos de una venta, estos pagos se acumulan cada vez que un oyente pincha sobre una canción, año tras año. Spotify tiene 20 millones de usuarios en 17 países, y cinco millones de ellos pagan entre US$5 y US$10 al mes por el servicio sin anuncios.

La realidad es que  las plataformas de emisión de música en streaming han generado un panorama en el que “superartistas” mundiales  que poseen discográficas, como Jay-Z,  son los únicos que se benefician inmensamente al tener una ingente cantidad de reproducciones que les proporcionan una recaudación por derechos muy jugosa. Mientras, artistas emergentes con un volumen de escuchas considerablemente menor y un sello discográfico de por medio se ven abocados a recibir cantidades irrisorias en concepto de derechos de propiedad intelectual.



 "Los ingresos son muy pobres y hay un efecto negativo en las ventas porque los discos pierden en estas plataformas su singularidad y carácter especial al ser explotados como mercancía gratuita o de muy bajo valor". Son palabras de la plataforma STHoldings, que en el año 2011 retiró material de más de 200 sellos discográficos británicos de Spotify.

Pongamos un ejemplo, la artista estadounidense Zoe Keating: Las cifras que la chelista de la banda canadiense Rasputina publicó en su Tumblr reflejaban lo duro en que se ha convertido el trabajo de músico hoy en día. Luego de que sus canciones fueran escuchadas más de 1,5 millones de veces en la plataforma de streaming Pandora, Keating ganó US$1 652,74. En Spotify, 131 000 reproducciones le supusieron unos ingresos de US$ 547,71 dólares, algo así como 0,42 centavos de dólar al día.

La banda madrileña The Midnite Special


La otra cara de la moneda y principal argumento de defensa de la plataforma nórdica es la promoción y visibilidad que estar en ella otorga a grupos "pequeños". David Alonso, guitarrista de la banda madrileña The Midnite Special comentaba a Acordes de Plata lo siguiente: "La gente te toma más en serio por estar en Spotify y es más fácil llegar a públicos lejanos". De igual manera, Nacho Quintero, frontman de la banda, critica la falta de transparencia de la plataforma a la hora de saber qué volumen de escuchas real tienen: "No tenemos ningún medio donde mirar cuánto nos toca recibir por derechos ni cual es el baremo real para definir estos ingresos".

Con tantas dudas en el aire, lo que es innegable es que Spotify deberá trabajar en aras de un reparto de derechos más justo, puesto que por lo que parece por ahora esa falta de transparencia puede indicar que los que se siguen llevando tajada de este modelo son las accionistas y las discográficas. Las opiniones al respecto son tan numerosas como diversas, pero os dejamos con la de  Thom Yorke, conocido vocalista del grupo Radiohead y actual miembro de Atoms for Peace: “El ‘mainstreaming’ es el último respiro de la vieja industria musical y que eventualmente morirá y llegará otra cosa”.

Restauradores de arte: Perpetuando el legado artístico

Jorge García Gómez Tejeiro, jefe del Departamento de Restauración del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, estuvo el pasado miércoles 4 de Diciembre en la Facultad de CCINF para ofrecer una charla en la que desgranó los entresijos de su peculiar oficio dotándonos de un punto de vista extra acerca del arte.

La labor de un restaurador es más clave de lo que a priori podemos pensar y es una de las primeras conclusiones a las que llegábamos al escuchar a Jorge. La perpetuación de una obra de arte histórica, las cuales tienen a veces cierto aura de inmortal o intocable, no sería posible sin estos profesionales. ¿Alguien se imagina un Guernica deteriorado, sucumbiendo al paso del tiempo, perdiendo sus texturas..? ¿No verdad? He ahí la importancia del restaurador.

La restauración de todos los fondos del Museo, el seguimiento de ellos en viajes e itinerancias, la investigación de posibles males en obras de exposiciones temporales y su posterior conservación son solo algunas de las funciones que el equipo de García Gómez Tejeiro lleva a cabo en el Reina Sofía.


De todas las frases del restaurador en la charla, se me quedó una grabada en la cabeza: “Me gusta que los restauradores tengan miedo al trabajar, porque eso produce respeto hacia la obra”. El legado de los grandes artistas tiene que ser tratado con extrema precisión y profesionalidad, puesto que a diferencia de otras obras del tipo musical o audiovisual, este legado sí es perecedero. Al menos si cae en las manos inadecuadas.

George Mélies y la cadena de los sueños

La exposición “George Meliés, la magia del cine” del Caixa Forum me hace reflexionar, destapar viejos recuerdos de la infancia y valorar la labor de los genios vanguardistas del cine.

La primera vez que oí hablar sobre George Mélies tendría la edad de 7 años y no levantaba un palmo del suelo. Uno de mis profesores de primaria, declarado cinéfilo, nos ponía cada viernes un trozo de película que él había escogido para la ocasión y El viaje imposible (1904) del maestro francés fue su elección uno de estos días. Lo recuerdo por la efusividad y admiración con la que hablaba a su joven audiencia sobre lo clave  y genial que había resultado Mélies en la historia del cine.

Si en pleno siglo XXI una de sus películas podía disparar la imaginación de un niño de 7 años, ¿se imaginan lo que suponía para un espectador cualquiera ver una obra de Mélies en la primera década del siglo XX? Imagínense viajando en el tiempo 100 años adelante y observar que la tecnología actual ha evolucionado tanto que lo que hoy imaginamos imposible sea perfectamente cotidiano y común.

Mélies, cuyo trabajo dejo infinitos herederos y admiradores que desarrollaron el cine hasta el punto en el que lo conocemos, inauguró asimismo el género de cine de aventuras y ciencia ficción. Ese cine que crea a un niño soñador, que sueña con llegar a la luna, descubrir el Nunca Jamás, convertirse en Rey de Narnia o ser el pirata más respetado del Caribe. El agradecimiento y admiración que merece el galo son irrefutables.

El gran Martin Scorsese le brindó el homenaje más bello posible al ilusionista francés en su película La Invención de Hugo. Su protagonista es uno de esos niños soñadores, que pudimos ser tú, lector, o yo, escritor, apasionados por la magia de un genio que llevaba nuestra imaginación hasta lugares insospechables.

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Mélies nos recuerda sobre todo una cosa. Da igual las trabas, las dificultades, los bloqueos o zancadillas que nos pongan en nuestras vidas, nuestra mente es maravillosa y siempre puede ir más allá y hacer a un niño cualquiera soñar por unos minutos. Y quizás el sueño de uno de esos niños se convierta en realidad en su madurez y consiga hacer soñar a otros niños en el futuro. Que sigan los sueños. Que siga la magia. Eso, jamás nos lo podrán quitar.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Obituario ficticio Mario Vargas Llosa


El premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa ha fallecido a los 77 años. El afamado,
novelista, ensayista y político peruano, ex candidato a la presidencia de su país de origen en 1990, deja mujer y 3 hijos en vida.

Tras pasar su infancia entre la boliviana Cochabamba y Piura (Perú), a los dieciséis años inició su carrera literaria y periodística con el estreno del drama La huida del Inca (1952). Poco después ingresó en la Universidad de San Marcos de Lima, donde cursó estudios de literatura. Viajó a Europa, donde empezó a trabajar en la Radio Televisión Francesa y fue profesor en el Queen Mary College de Londres
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Vargas Llosa publicó su primera obra, Los jefes(1959), con veintitrés años apenas, y con la novelaLa ciudad y los perros (1962) se ganó ya un prestigio entre los escritores que por aquel entonces gestaban el inminente «boom» literario iberoamericano. Estableció su residencia primero en París y luego en Londres (1867), de donde se trasladó a Washington y Puerto Rico.

Su madurez literaria llegó con La casa verde (1966), verdadera exhibición de virtuosismo literario, cuya prosa integra abundantes elementos experimentales, tales como la mezcla de diálogo y descripción y la combinación de acciones y tiempos diversos, recursos que empleó también en parte enLos cachorros (1967) y en Conversación en la catedral(1969), áspero retrato de la dictadura peruana de Manuel Odría.
En su quehacer novelístico posterior destacan Pantaleón y las visitadoras (1973), La tía Julia y el escribidor (1977), La guerra del fin del mundo (1981), en la que aborda la problemática social y religiosa de Iberoamérica, y ¿Quién mató a Palomino Moreno?(1986), basada en una investigación policial.
El conjunto de su obra literaria le valió el reconocimiento de la escena cultural mundial en premios tan prestigiosos como el Miguel de Cervantes en 1994,  el Príncipe de Asturias de las Letras en el 1986 y el ya citado Nobel de la Literatura que obtuvo en 2010. Este último premio supuso el broche de oro a una brillante carrera.

Muchas de las obras de Vargas Llosa, reconocido pensador liberal de ideología centro-derecha, estuvieron influidas por la percepción del escritor sobre la sociedad peruana y por sus propias experiencias como peruano; sin embargo, de forma creciente trató temas de índole social europea, tras residir durante años en diversos países del Viejo Continente.